sábado, 4 de febrero de 2012


Informe desde la plaza.

Mañana libre, saco mi perro a la plaza. Normalmente de noche. Disfrutamos nuestros paseos.
El, socializa, investiga con el olfato, orina, depone.
Yo, las palmeras, gentes, pájaros, trolebuses.
Plaza soleada. Tiene árboles bellos, (mi preferido, un Jacarandá).

Una joven espera un cliente en el banco de la esquina N.E. de la plaza.
Alterna parándose. Una mano en la cadera, con la otra juega un algo con los cabellos. Cabellera negra y abundante. Tacos altos pero gestos de indiferente aburrimiento. Para mi gusto, poco invitante. Cuerpo grande, proporcionado, movimientos groseros.

Del primer Jacarandá (el mío ) al Palo Borracho, esquivando el segundo, filas ida-y-vuelta de hormigas. Increíble organización. Las que van, caminan a paso rápido, sin distraerse. Las que vuelven, cargan hojitas que transportan con dificultad.
Hormigas Supervisoras controlan a unas y otras. Si cae una hojita de un lomo, una Supervisora auxilia a cargar nuevamente y a seguir. Me pregunto si las obreras tienen permitido cantar.

En la vereda de enfrente, calle al Sur, edificio en construcción. Irresistible olor a asado. Chiflan a las transeúntes. Algunas no es para tanto.

Estatua del Prócer requiere mantenimiento. Bronce totalmente verde. En el pedestal, gatos callejeros toman sol. Depositado un colchón enrollado de un sin-techo que duerme ahí, a la noche. Con el calor del sol, mucho olor a orina.
Las palomas se posan en la calva del Prócer, se hacen arrumacos y defecan. Además de la calva, le ensucian el abrigo y los pantalones.

Por las lluvias de los días pasados, han crecido hongos  en varios lados. También en ranuras de algunos troncos secos. Parecen champiñones, pero mejor no fiarse.

Un viejo de aspecto disgustoso aborda a la prostituta de la esquina N.E.. Después de negociar el servicio, entran en el hotel contiguo a la Ferretería.

Mucho tráfico a ésta hora. Bocinazos. Una moto no respeta el semáforo y casi-accidente con un taxi. Cruce de palabras feas. Jubilados, no hay más respeto, invocan al Prócer que, cada vez más verde y excrementado, observa desde la gloria. Qué vergüenza las palomas.

Treinta minutos. Prostituta esquina N.E. sale de prisa del hotel. Extraño: cara lavada, cabello prolijamente recogido, zapatos bajos, sin tacos. Entra en el pequeño Autoservicio frente a la Ferretería.  Sale con la compra, poca cosa, apenas lo necesario para el almuerzo, (de quién?, de quiénes?).
Corre con gracia hasta la esquina. Cóctel de diversión infantil  e inocultable sensualidad. El aire cobra otra luz y sonido. Suena un saxo unas notas de jazz. Ella sube al trolebús. Se aleja. Mi mirada, no entiendo, lo sigue. Apenas lo necesario para el almuerzo, (de quién?, de quiénes?).

La música languidece.

P. Lilli, Nov. 2012

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