Informe desde la plaza.
Mañana
libre, saco mi perro a la plaza. Normalmente de noche. Disfrutamos nuestros
paseos.
El,
socializa, investiga con el olfato, orina, depone.
Yo, las
palmeras, gentes, pájaros, trolebuses.
Plaza
soleada. Tiene árboles bellos, (mi preferido, un Jacarandá).
Una joven
espera un cliente en el banco de la esquina N.E. de la plaza.
Alterna
parándose. Una mano en la cadera, con la otra juega un algo con los cabellos.
Cabellera negra y abundante. Tacos altos pero gestos de indiferente
aburrimiento. Para mi gusto, poco invitante. Cuerpo grande, proporcionado,
movimientos groseros.
Del primer
Jacarandá (el mío ) al Palo Borracho, esquivando el segundo, filas ida-y-vuelta
de hormigas. Increíble organización. Las que van, caminan a paso rápido, sin
distraerse. Las que vuelven, cargan hojitas que transportan con dificultad.
Hormigas
Supervisoras controlan a unas y otras. Si cae una hojita de un lomo, una
Supervisora auxilia a cargar nuevamente y a seguir. Me pregunto si las obreras
tienen permitido cantar.
En la vereda
de enfrente, calle al Sur, edificio en construcción. Irresistible olor a asado.
Chiflan a las transeúntes. Algunas no es para tanto.
Estatua del
Prócer requiere mantenimiento. Bronce totalmente verde. En el pedestal, gatos callejeros
toman sol. Depositado un colchón enrollado de un sin-techo que duerme ahí, a la noche. Con el calor del sol, mucho
olor a orina.
Las palomas
se posan en la calva del Prócer, se hacen arrumacos y defecan. Además de la
calva, le ensucian el abrigo y los pantalones.
Por las
lluvias de los días pasados, han crecido hongos
en varios lados. También en ranuras de algunos troncos secos. Parecen
champiñones, pero mejor no fiarse.
Un viejo de
aspecto disgustoso aborda a la prostituta de la esquina N.E.. Después de
negociar el servicio, entran en el hotel contiguo a la Ferretería.
Mucho
tráfico a ésta hora. Bocinazos. Una moto no respeta el semáforo y
casi-accidente con un taxi. Cruce de palabras feas. Jubilados, no hay más
respeto, invocan al Prócer que, cada vez más verde y excrementado, observa
desde la gloria. Qué vergüenza las palomas.
Treinta
minutos. Prostituta esquina N.E. sale de prisa del hotel. Extraño: cara lavada,
cabello prolijamente recogido, zapatos bajos, sin tacos. Entra en el pequeño Autoservicio
frente a la Ferretería.
Sale con la compra, poca cosa, apenas lo
necesario para el almuerzo, (de quién?, de quiénes?).
Corre con
gracia hasta la esquina. Cóctel de diversión infantil e inocultable sensualidad. El aire cobra otra
luz y sonido. Suena un saxo unas notas de jazz. Ella sube al trolebús. Se
aleja. Mi mirada, no entiendo, lo sigue. Apenas lo necesario para el almuerzo,
(de quién?, de quiénes?).
La música
languidece.
P. Lilli, Nov. 2012
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